[Archivo c 17.03.2008] Humor [Archivo al 28.04.2012] - página 225
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Hablando de pilotos )).
Una demostración de paracaidismo del club de vuelo local en algún festival de aviación importante.
El técnico del equipo, Petrovich, después de acompañar a la última tanda de atletas con trajes de salto brillantes hasta el viejo AN-2, decidió que era hora de relajarse. Entró en un destartalado cobertizo de 2x2, situado en el borde del aeródromo, donde se almacenaban todo tipo de trastos innecesarios, cerró la puerta con cuidado, sacó una botella de vino de Oporto del escondite y, limpiándose las manos en su mono amarillo brillante, como el resto del equipo, empezó a picar tomates.
El último acto del programa de demostración fue una acrobacia llamada "Rescate en el aire". La esencia de la misma era la siguiente. Un espantapájaros con mono de trabajo imitando a un pasajero que se cayó en el camino, o un paracaidista con un paracaídas que no funcionaba bien, fue arrojado del avión. Un atleta salta después, alcanza al espantapájaros en el aire, lo abraza, abre su....
paracaídas y ambos aterrizan en medio de un estruendoso aplauso del público.
Los espectadores reunidos en el aeródromo disfrutaron viendo las acrobacias de los aviadores, comiendo el espectáculo con kebabs, bebiendo refrescos y otras bebidas. Por fin, el último número. Un hombre se baja de un avión y vuela hasta el suelo, luego otro salta y se precipita tras él. La multitud se congela. El segundo paracaidista alcanza hábilmente al primero y le agarra la mano. En ese momento, una ráfaga de viento o algún otro motivo hace que los atletas se desprendan. Eso es todo, no hay más tiempo. El segundo se despide de su amigo y abre el paracaídas. La gente, al no sospechar que se trata de un truco, se queda helada. El cuerpo del primer paracaidista se precipita hacia el suelo y se estrella a gran velocidad contra un cobertizo destartalado en las afueras del aeródromo. Nubes de polvo, escombros de pizarra y tablas decrépitas estallan en el lugar del cobertizo. Una ambulancia, con la sirena a todo volumen, acude al lugar de la tragedia, sin esperar ayudar a nadie. La gente se apresura a seguir. Todos se detienen indecisos ante la gran pila de tablones.
De repente, los tablones empiezan a moverse y Petrovich, con su mono amarillo brillante cubierto de oporto y embadurnado de tomates, sale arrastrándose de debajo de ellos, mirando salvajemente a su alrededor y agitando el puño en señal de maldición hacia el avión que se marcha:
- Malditos rescatistas. Si no puedes cogerlo, no hagas reír a la gente. ¡Ya no trabajo para ustedes, bastardos!
* Se dice que tras estas palabras, el médico de la ambulancia se desmayó.