El País, España: El sector hortofrutícola teme pérdidas de 75 millones y una caída de precios.
El primer gesto fue el tomate. En concreto dos cajas repletas que fueron a parar a la recepción del consulado ruso de Sevilla. Pero también ciruelas, patatas y melocotones. Fue la simbólica protesta de miembros de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), preocupados, como el resto del sector agrícola, porque Andalucía es la comunidad autónoma que más perdería, después de Valencia, con la decisión del Gobierno ruso de prohibir la importación de gran cantidad de productos agrícolas y ganaderos.
El castigo que el presidente ruso, Vladimir Putin, impuso a los países que han apoyado las sanciones económicas al Kremlin por su apoyo a los separatistas prorrusos de Ucrania le costará a la comunidad al menos 75 millones de euros, según los cálculos de los productores. El veto no se aplica al aceite de oliva, las aceitunas ni al vino. Por ello el sector más afectado en Andalucía es el hortofrutícola, que representa el 60% de las exportaciones agroalimentarias al país del Este, seguido del cárnico, con el porcino a la cabeza. Concretamente, y por este orden, la prohibición impacta directamente en las producciones de frutas de hueso, tomate, cítricos y pepino, entre otras.
A pesar de que Rusia no es uno de los principales países compradores de productos andaluces, su demanda había aumentado considerablemente en los cinco últimos ejercicios, a razón del 30% anual, y estaba consolidándose como un importante mercado, con más de 140 millones de habitantes y un nivel adquisitivo en auge.
La provincia andaluza más afectada es Almería, que lidera con diferencia el ranking de exportaciones con un 80,5% del total del mercado ruso de la región. En segundo lugar, pero a mucha distancia, se encuentra Huelva con el 16%. Y, como advierte el responsable estatal de Frutas y Hortalizas de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), Andrés Góngora, “lo peor está por venir, porque hasta finales de septiembre no arrancará de lleno la campaña”.
La noticia ha inquietado a los agricultores andaluces. Se produce en el peor momento porque habían encontrado en Rusia un nuevo nicho de mercado. El presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) en Almería, Francisco Vargas, teme que se pierda el crecimiento del 30% que se preveía para la próxima campaña. “Hubo que trabajarlo mucho y ahora que habíamos conseguido unos intermediarios fiables es cuando se va al traste”, asegura. Además, los competidores han aprovechado la represalia para afilar sus dientes. Los principales rivales de los andaluces en este mercado agrícola son Marruecos, Turquía y Latinoamérica. Si los agricultores españoles se retiran durante un año, como prevé la sanción, recuperar el mercado 12 meses después se convierte en una labor muy complicada, explica Vargas. “Por eso el palo es tan grande”, matiza.
En empresas como la almeriense Murgiverde ya se temen lo peor. El producto más afectado puede ser el tomate pera, ya que los agricultures se habían adaptado a nuevas variedades más resistentes. Se calcula que en Almería hay plantadas 4.000 hectáreas de esta variedad de tomate que se exporta a Rusia.
No es la única consecuencia. Una semana después del inicio del veto ruso, Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía estima que el precio de los productos frescos ha disminuido considerablemente, en algunos mercados hasta en un 40%. Y cree que las consecuencias se agravarán con la generalización de las campañas hortícolas y las próximas producciones de frutas, que previsiblemente saturarán los mercados europeos con el consiguiente descalabro de precios.
Las cooperativas han mostrado su preocupación por el hecho de que, a medio y largo plazo, pueden estar perdiendo un mercado que aspiraba a convertirse en un destino de suma importancia para las producciones andaluzas de calidad, “ya que, si en el tiempo que dure la prohibición países latinoamericanos o africanos toman posiciones en las plazas rusas, será muy difícil, si no imposible, recuperar la comercialización y, aún más, incrementarla”, exponen.
En la misma línea se ha poscionado la UPA, que ha pedido a los
Gobiernos español y europeo que adopten medidas contra el veto ruso. “La
alarma generada en los mercados ha servido a la gran distribución y a
varios intermediarios especuladores para bajar injustificadamente los
precios”, indicó la organización agraria en un comunicado. Y no solo se
tambalea el sector hortofrutícola, también el cárnico.
“Los ganaderos no tenemos la culpa del veto de Rusia, tiene un origen político. Las frutas de hueso ya sufren el embargo; detrás vendrán ciruelas, tomates o pepinos, pero queremos tener garantías de que no se dejará a ningún sector en la cuneta”, asegura el secretario federal de Agricultura de UPA, Nacho Senovilla.
Tras la protesta de la UPA, el pasado jueves, su secretario regional, Agustín Rodríguez, mantuvo una conversación telefónica con la cónsul honoraria de la Federación Rusa en Sevilla, Esther Morell, quien se se comprometió a tener una reunión a finales de agosto para evitar que la factura de una guerra comercial la paguen los agricultores y los ganaderos.