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Conducir las finanzas personales en forma adecuada se convierte en un reto de balance, sin caer en excesos. Aunque parezca obvio, antes de buscar las decisiones correctas, es conveniente evitar las equivocadas. Identifiquemos algunas y reflexionemos al respecto, para corregir a tiempo.
1.- El consumismo es un comportamiento claramente identificado por el daño en nuestra economía. Además de saber si podemos comprar un artículo, el reto radica en valorar los gastos bajo tres perspectivas: deseo, necesidad y uso alternativo del recurso. La recomendación es reconocer la emocionalidad de la compra, para luego ponderarla con la necesidad real y, finalmente, preguntarnos si hay algo de mayor relevancia como destino para ese dinero.
2.- El exceso de endeudamiento regularmente proviene del punto anterior, pues las tarjetas de crédito o departamentales, ofrecen una capacidad de compra ilusoria, de tal manera que si uno es incapaz de moderarse, es preferible reducir los montos máximos de límite de crédito o incluso cancelarlas para usar cuentas de débito.
3.- El juego de azar se ha convertido en uno de los males comunes. Para quienes disfrutan de esta actividad, la sugerencia es evaluarla como una diversión con un presupuesto determinado, de acuerdo con el nivel de ingreso. Si es incapaz de controlar ese límite, lo mejor es dejarlo por completo, pues daña la estabilidad financiera y familiar.
4.- Procrastinar parece una palabra extraña, pero se refiere al hábito de diferir todo para después, y nunca realizarlo. Si se desea una administración sana es necesario un orden mínimo y tener tiempo para planear.
5.- Falta de prevención. Hay quien es ordenado en sus gastos cotidianos; sin embargo, vive al día. Ello implica descuidar la prevención y se encuentra sin aseguramiento, con el riesgo de una catástrofe financiera, ante un incidente inesperado.
6.- Pensar que seremos eternamente jóvenes y dejar de planear el futuro nos conduce a una vejez desolada en términos financieros, además de estar mal preparados para las contingencias.
7.- El ahorro compulsivo pareciera que es permitido por su connotación de acumulación de recursos; pero, es imprescindible evitar perder la brújula de las metas familiares y disfrutar lo obtenido con el esfuerzo del trabajo, con una responsabilidad de largo plazo.
La lista podría ser más larga, pero lo importante es hacer un acto de constricción, aceptar los “pecados financieros” y prometerse no volver a caer en ellos.
1.- El consumismo es un comportamiento claramente identificado por el daño en nuestra economía. Además de saber si podemos comprar un artículo, el reto radica en valorar los gastos bajo tres perspectivas: deseo, necesidad y uso alternativo del recurso. La recomendación es reconocer la emocionalidad de la compra, para luego ponderarla con la necesidad real y, finalmente, preguntarnos si hay algo de mayor relevancia como destino para ese dinero.
2.- El exceso de endeudamiento regularmente proviene del punto anterior, pues las tarjetas de crédito o departamentales, ofrecen una capacidad de compra ilusoria, de tal manera que si uno es incapaz de moderarse, es preferible reducir los montos máximos de límite de crédito o incluso cancelarlas para usar cuentas de débito.
3.- El juego de azar se ha convertido en uno de los males comunes. Para quienes disfrutan de esta actividad, la sugerencia es evaluarla como una diversión con un presupuesto determinado, de acuerdo con el nivel de ingreso. Si es incapaz de controlar ese límite, lo mejor es dejarlo por completo, pues daña la estabilidad financiera y familiar.
4.- Procrastinar parece una palabra extraña, pero se refiere al hábito de diferir todo para después, y nunca realizarlo. Si se desea una administración sana es necesario un orden mínimo y tener tiempo para planear.
5.- Falta de prevención. Hay quien es ordenado en sus gastos cotidianos; sin embargo, vive al día. Ello implica descuidar la prevención y se encuentra sin aseguramiento, con el riesgo de una catástrofe financiera, ante un incidente inesperado.
6.- Pensar que seremos eternamente jóvenes y dejar de planear el futuro nos conduce a una vejez desolada en términos financieros, además de estar mal preparados para las contingencias.
7.- El ahorro compulsivo pareciera que es permitido por su connotación de acumulación de recursos; pero, es imprescindible evitar perder la brújula de las metas familiares y disfrutar lo obtenido con el esfuerzo del trabajo, con una responsabilidad de largo plazo.
La lista podría ser más larga, pero lo importante es hacer un acto de constricción, aceptar los “pecados financieros” y prometerse no volver a caer en ellos.